COP28: balance de una cita con el destino.
La COP28, la cumbre sobre el cambio climático más disputada de los últimos años, y que se planteaba la continuidad de los Acuerdos de París, ha finalizado el 12 de Diciembre bajo un halo de entusiasmo y escepticismo.
Por un lado, los grandes ganadores de la cumbre (que buscaba concretar un acuerdo conciso y viable sobre el futuro de los combustibles fósiles), han sido precisamente los productores de petróleo. Los cabilderos y asesores de los productores de petróleo y gas pueden presumir que, contra todo pronóstico, lograron descartar de los compromisos políticos de la cumbre, todo principio de acuerdo que afectara a los intereses de sus representados.
Dato curioso: la COP28 marcó un récord de asistencia de representantes de la industria de combustibles fósiles, con más de 3,000 cabilderos, asesores y delegados; dato contundente que revela lo que había en juego.
El podio de ganadores no deja de estar copado por Estados Unidos y China, quienes pudieron dejar la cumbre tranquilos y con la tarea hecha: los dos grandes emisores de CO2 del mundo no hicieron grandes compromisos que pudieran poner en riesgo la base de su crecimiento económico: por un lado, Estados Unidos no reducirá su producción de petróleo y China, por el otro, no dejará de construir plantas de energía a base de carbón. Todo sigue como antes: aquí no sucedió nada.
Dentro de lo positivo, las compañías de energías renovables y las tecnologías que conllevan han recibido un voto de confianza enorme tras la cumbre. Más de 100 países se comprometieron a triplicar la capacidad de la energía limpia nivel global para el año 2030. Sin especificar mecanismos prácticos o montos de inversión, lo importante en este caso, es el apoyo incondicional a nivel global para la energía solar y eólica principalmente. Lo fundamental, es que este impulso sirva para que las energías renovables vayan reemplazando gradualmente a los combustibles fósiles, en lugar de complementarlos.
Mención aparte, los organizadores de esta edición de la COP28, los Emiratos Árabes Unidos, cuestionados desde un principio por representar un conflicto de interés, principalmente por ser un país petrolero, llevaron a su terreno las negociaciones y lograron que el acuerdo se fijara en los términos que no condenaran la expansión del petróleo y el gas. La sede en Dubái para la COP28 parece haber creado una tendencia, pues Azerbaiyán, otra potencia del petróleo y del gas natural fue elegida como la sede para la COP29. Por lo pronto, los negocios alrededor de los combustibles fósiles seguirán marcando la agenda energética y climática.