
El Mix Eléctrico en México, ¿cuál es el estado de la red?
Ya tenemos los datos del Mix Eléctrico de México en 2023, los hemos analizado y llegado a conclusiones reveladoras sobre el sistema eléctrico mexicano.
Antes que nada, los datos que tenemos a la mano, llegan con poco más de medio año de retraso, por lo que los cambios en el presente año no son perceptibles en ellos. Tendremos que observar, en ese caso, la tendencia que los datos perfilan. Dicho esto, veamos lo que nos revelan.
A pesar de las tendencias globales hacia las energías renovables, la generación de electricidad en México sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles, que representan más del 76% de la producción total de electricidad. El gas natural es la fuente predominante, contribuyendo con un 59% a la mezcla energética. El petróleo y el carbón también tienen participaciones significativas, con aproximadamente 10% y 8% respectivamente.
Las fuentes de energía renovables, como la solar, hidroeléctrica y eólica, representan cada una alrededor del 6% de la producción total de electricidad de México en 2023. Esto proyecta una trayectoria de crecimiento continuo para las renovables, en línea con las tendencias históricas que han visto un aumento constante en las capacidades eólica y solar en las últimas dos décadas.
Sin embargo, en el caso de la energía hidroeléctrica, ha visto una disminución de su participación debido al problema de sequía imperante en el país. En ediciones pasadas, vimos como el impacto de las olas de calor han contribuido a la pérdida de generación hidroeléctrica.
La contribución combinada de las fuentes de bajas emisiones de carbono (incluidas las energías renovables y nuclear) a la generación de electricidad de México se sitúa en torno al 23%. Con la energía nuclear contribuyendo aproximadamente con un 3.5% y la bioenergía con un poco más del 2%, existe un potencial considerable para expandir estas fuentes de energía más limpias. Esta expansión es fundamental para que México cumpla sus objetivos ambientales y reduzca su dependencia de los combustibles fósiles.

En el reporte de Ember se enfatiza precisamente este aspecto: México fue el segundo país en acordar y comprometerse con objetivos de reducción de emisiones, pero no ha abonado mucho a esta causa en los últimos años. Mientras que el objetivo de la Agencia Internacional de Energía es que en el 2030 el 60% de las fuentes energéticas de electricidad sea con fuentes renovables, en México se proyecta este objetivo con poco más de la mitad, con un 33%.
Tomemos como ejemplo la energía solar y eólica, donde México tiene un gran potencial. En su conjunto, ambas contribuyen con el 12% del mix eléctrico, ligeramente por debajo del 13% promedio mundial y del 16% de nuestro vecino del norte, Estados Unidos. Y ni hablar del 20% de un país como Brasil, que es una potencia de las energías limpias.
México podría acelerar su transición hacia un sistema energético de bajas emisiones de carbono aprendiendo de países que han aumentado con éxito sus cuotas de energía renovable y nuclear. Por ejemplo, Francia, Eslovaquia y Ucrania han integrado una energía nuclear sustancial en sus redes, mientras que países como Uruguay y Chile han hecho avances significativos en energía eólica y solar, respectivamente.
Estos ejemplos ofrecen vías viables para que México mejore su producción de energía de bajas emisiones de carbono y se alinee con los objetivos globales de sostenibilidad.
El principal desafío para México radica en equilibrar la necesidad de un suministro de energía confiable con el imperativo ambiental de reducir las emisiones de carbono. Los fluctuantes rendimientos de la energía hidroeléctrica en los últimos años subrayan la importancia de desarrollar un sistema energético resiliente y diversificado que pueda resistir la variabilidad en la producción de energía renovable.
Las inversiones estratégicas en infraestructura de red y tecnologías de almacenamiento de energía serán fundamentales para apoyar una transición energética estable y sostenible en México.